CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADA
La idea primitiva de gran parte de la sociedad mexicana en
relación con los más elementales derechos humanos, queda de manifiesto a partir
del respeto que está sociedad mexicana dispensa a sus trabajadoras domésticas.
Millones de humildes mujeres siguen sufriendo a diario los horrores de una
esclavitud velada.
México jamás podrá ser libre, ni mucho menos próspero mientras a millones de mujeres ignorantes, muchas analfabetas, las más en absoluta miseria; no se les respete por su sola calidad humana; con independencia de la legislación o de cualquier otro valor político, social, racial o ético.
México jamás podrá ser libre, ni mucho menos próspero mientras a millones de mujeres ignorantes, muchas analfabetas, las más en absoluta miseria; no se les respete por su sola calidad humana; con independencia de la legislación o de cualquier otro valor político, social, racial o ético.
El México de hoy continúa contemplando a la servidumbre
doméstica desde la vergonzosa y despreciable visión de los antiguos hacendados,
quienes hacían valer su derecho de pernada, entre otras insufribles vejaciones
y que ahora en nuestros días se sigue practicando en otras modalidades en las
ciudades mexicanas, desde el momento en que las trabajadoras domésticas llegan
a sufrir el acoso sexual, tanto del patrón como de los hijos adolecentes en el
interior mismo de los hogares por más católicos, apostólicos y romanos que estos
se digan.
La existencia de una esclavitud disfrazada en los hogares
mexicanos, queda demostrado cuando las “señoras” privan de la libertad a sus
sirvientas, encerrándolas en sus cuartos para no dejarlas salir ni en sus días
de descanso; las golpean por una fajina o labor mal hecha; se les impide
disfrutar los mismos alimentos que consume la familia ya que para las “criadas”
por decirlo eufemísticamente, hay reservada otra clase de comida, no se respeta
la jornada de 8 horas de trabajo, sino que laboran el doble de lo establecido
por la Ley Federal del Trabajo. ¿Quién
paga horas extras a la servidumbre? Ni siquiera están registradas ante el IMSS,
no reciben aguinaldo, vacaciones, ni se les respeta su derecho de antigüedad; y
que pierden a diario miles de ellas, cuando las corren sin mediar compensación,
ni indemnización alguna después de años de servicios, no tienen acceso al
infonavit, afores, ni a ninguna clase de asistencia social en cualquier etapa
de su vida, mucho peor si ya son de edad avanzada. Cuando se constata semejante
insensibilidad humana, no es difícil adivinar el largo trecho que nos falta
como nación para llegar a integrar una democracia, próspera y civilizada.
¿Cuál Independencia? ¿Cuál Revolución? ¿Cuáles garantías
individuales conquistadas con sangre por nuestros abuelos?
La servidumbre mexicana no ha conocido evolución social.
Solo una vergonzosa historia de explotación, abandono y desprecio centenario.
Lo mismo que sucede con las “sirvientas” en los hogares, se da a nivel nacional
con los llamados despreciativamente “indios”.
Ambos son ignorados por nuestra sociedad, por el gobierno, por la ley y
por la nación en su conjunto.
El efecto de la fusión de dos razas: el mestizaje nacional,
lo seguimos viendo expuesto en los hogares durante la convivencia diaria con el
servicio doméstico. Después de todo es cuestión de magnificar el ejemplo a
nivel nacional, para poder entender el abandono en el que tenemos “los blancos”
de hoy a nuestra propia gente de piel cobriza.
El desprecio por nuestros indígenas a quienes les debemos la
grandeza histórica de México, como el deslumbrante imperio azteca o mayas por
mencionar solo dos, o nuestra exquisita cocina tradicional, o nuestros bailes,
fiestas, canciones y tradiciones artísticas y culturales; no se da sólo en
nuestros campos y ciudades. Se da en el seno mismo de nuestras familias que no
aceptamos nuestra realidad mestiza y por lo tanto impide nuestra reconciliación
como país con todas sus consecuencias económicas, políticas, culturales,
raciales y sociales que padecemos con insoportable indolencia.
montse_rocco@hotmail.com
Muy buena entrada. ¿Has leído "El laberinto de la soledad" de Octavio Paz? Saludos.
ResponderEliminarGracias.
EliminarSi lo he leído, muy interesante en cuanto al uso de máscaras que usamos, para "enmascararnos" para evadirnos, para dar otra imágen de los que nos gustaría ser, o para protegernos por medio de ellas y dar otra apariencia. También la parte donde habla del mestizaje:
"Los hijos de la malinche, es un ensayo en el que Paz nos plasma con una visión muy aguda el origen que tenemos después de la conquista, un pueblo lacerado victima de un dominio por parte del español en el cual somos el producto de una violación que Paz nos muestra diciendo la “chingada” y ese termino es de los más usados en nuestro hablar cotidiano, con esa palabra ofendemos, ridiculizamos, advertimos, humillamos, nos vanagloriamos, etc. Pero tal como lo dice Paz es una abstracción que se hace presente para devastar."
Un gran saludo y gracias por el comentario, y por el tiempo que dedicaste en leer esto.
Excelente entrada.
ResponderEliminarTe deseo una FELIZ NAVIDAD.
Un beso.
Gracias amiga, mis buenos deseos también para ti, que tengas una muy Feliz Navidad. Un gran abrazo caluroso y muchos besos con cariño.
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