CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADA
La convergencia de dos marchas el mismo 26 de julio: la de
los Politécnicos y la otra de comunistas dio el pretexto perfecto para la
“represión preventiva”
La entrada de los granaderos a la voca 5 provocó un efecto
de cascada. El mismo 23 de Julio, maestros decretaron un paro de labores.
Comenzaron las asambleas y la organización de la protesta contra la irrupción
policíaca.
Era obligada la
intervención de La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), la
organización oficial de representación estudiantil, que auspiciaban las
autoridades (Poli, PRI, y gobierno) y presidía entonces José Rosario Cebreros,
estudiante de Medicina del Poli
La FNET era una
especie de Sindicato estudiantil que congregaba a más de 300 mil estudiantes de
todo el país.
Cuestionada por los
grupos de izquierda, que avanzaban en la representación estudiantil, la FNET
había evidenciado la debilidad de su liderazgo, un año atrás, durante el paro
organizado por los politécnicos, en apoyo a la Escuela de Agricultura Hermanos
Escobar de Ciudad Juárez, Chih. Que se había lanzado a huelga. La FNET se vio
presionada a apoyarla, aun cuando la ponía en conflicto con el gobierno.
Ahora estaba
obligada a actuar. Convocaron a una reunión de sus miembros el miércoles 23 de
Julio a las 5 de la tarde, en el auditorio de la escuela Wilfredo Massieu, en
el Casco de Santo Tomas. Acordaron realizar una marcha de protesta por el abuso
policíaco y abanderar la demanda de los politécnicos, quienes exigían la
renuncia de los jefes policíacos Luis Cueto y Raúl Mendiolea, y del Teniente
Coronel Armando Frías, Jefe del Cuerpo de Granaderos.
La manifestación se
programo para el 26 de Julio. Antes sin embargo, debían solicitar el permiso de
las autoridades. Acudieron el jueves 25 por la mañana a la Secretaria General
de Gobierno para entrevistarse con su titular, Rodolfo González Guevara, quien
les pidió posponer la manifestación porque coincidía con la del “26 de Julio”,
qué se celebraba cada año, en memoria del asalto al “Cuartel Moncada”, como
inicio de La Revolución Cubana. Pero esta vez la FNET, no cedió. No podía.
Para las
autoridades capitalinas, la decisión de otorgarles el permiso no era un asunto
menor. No solo por los aires de protesta estudiantil que corrían en todas las
latitudes del mundo, sino por los antecedentes del caso politécnico. Además la
presencia de los comunistas siempre añadía un ingrediente de riesgo a ojos de
las autoridades.
Eran tiempos de
guerra fría y cualquier manifestación comunista obligaba la estrecha vigilancia
de La Secretaria de Gobernación, a cargo de Luis Echeverría y de su Director
Federal de Seguridad el militar Fernando Gutiérrez Barrios.
Como en esta
oficina se concentraba toda la información política y de seguridad, nadie ha
dudado de que Echeverría y Gtz. Barrios, previeran los riesgos que traería el
que se llevaran a cabo dos manifestaciones el mismo día.
La manifestación
arranco a las 4:30 p.m. Desde La Ciudadela hasta El Monumento a la Revolución,
envuelta en un clima de unidad contra la agresión policíaca, pero dividida por
las diferencias entre las distintas expresiones políticas estudiantiles. O
mejor, porque los politécnicos que militaban o simpatizaban en las
organizaciones de izquierda cuestionaban la autoridad moral de la FNET para
encabezar la marcha. Había hartazgo del control gubernamental y hacia mucho que
luchaban por democratizar la vida estudiantil y sus órganos de representación.
De Salto del Agua y
San Juan de Letrán, partió la otra marcha, la de apoyo a la Revolución Cubana.
La marcha de los comunistas hubiera transcurrido “como cualquier peregrinación”
de no haberse presentado un factor extraordinario; y ocurrió cuando
coincidieron en San Juan de Letrán (hoy eje central), las dos marchas.
¡Zócalo, Zócalo, Zócalo!
¡Zócalo, Zócalo, Zócalo!
Los dos
contingentes de las manifestaciones, se unieron en una sola protesta,
intentando alcanzar el Zócalo. Intentaron lo no visto: reclamar el Zócalo,
donde nunca antes habían llegado las manifestaciones. Nadie desde los mineros
de Nueva Rosita, se había atrevido a llegar a La Plaza de la Constitución
De cómo
coincidieron las marchas de Comunistas y Politécnicos, hay versiones
encontradas: Hay quienes afirman que se trató de una acción espontánea y
quienes advierten que se trató de un plan concertado por La Confederación
Nacional de Estudiantes Democráticos.
“Decidimos (los
estudiantes de La Juventud Comunista y La Liga Espartaco) organizarnos, para
romper el control de la FNET sobre la manifestación” Dice David Vega en el libro:
Pensar el 68
En el libro de
memorias: La Flor del Tiempo, Martínez Nateras entonces presidente de la CNED
escribe: “Los compas del poli se movilizaron y fuerzan a la convocatoria de una
manifestación de la FNET, charlamos con Alanís, el líder de la voca, y convenimos
proponer unificar las dos marchas. El localito de la CNED en Córdoba 95 en la
Roma, es insuficiente para alojar a los participantes en la reunión del 25 en
la noche. Los muchachos resuelven mantener las dos marchas.”
Al hacer contacto
las dos manifestaciones se produciría un corto circuito, que crearía el
pretexto formal para la intervención policíaca y daría al acto una connotación política que hasta entonces no
tenia. Desde el punto de vista de imagen pública, la policía estaría
reprimiendo una “acción comunista subversiva.” Se hablaría enseguida de “una
conjura extranjera” o, si se quiere, de un “complot” del comunismo
internacional.
“Represión
Preventiva”, le llamaban en el argot de la policía política, y la aplicaban
sobre todo contra la izquierda, cada 1º de mayo ó, 1º de septiembre para evitar
protestas incomodas. El método se justificaba, ante la proximidad de las
Olimpiadas, que se inauguraban la segunda semana de Octubre de 1968.
A pesar de la FNET,
las consignas para llevar la marcha de politécnicos al Zócalo, estallaron
durante todo el trayecto. Había pasión política sin trancas; de allí que al
llegar al Monumento a la Revolución, se desbordara la exigencia de seguir hasta
la Plaza de la Constitución.
Unos 300 jóvenes
politécnicos se separaron en el Monumento, ante la negativa de la FNET de
salirse de la ruta autorizada. La manifestación continúo hacia el Casco de Sto.
Tomas, donde concluyo aproximadamente a las 18:30. Pero allí los estudiantes
opositores de la FNET se hicieron de los altavoces y convocaron a volver al
centro de la ciudad.
“Caminamos hasta
Nogal y Fresno (Col. Sta. María La Rivera), tomamos autobuses, nos bajamos en
el panteón San Fernando y desde allí iniciamos nuestra marcha independiente”
recuerda Jaime García Reyes en Pensar el 68
Se calcula que
fueron cerca de 3 mil, los jóvenes que partieron hacia el Zócalo, ya integrado
con los grupos de izquierda. Unos enfilaron por 5 de Mayo y otros por Madero.
Paco Ignacio Taibo
II, quien participaba en la marcha comunista cuenta: “Dejamos nuestra
manifestación y nos fuimos de mirones. De repente estábamos metidos en una
marcha de estudiantes politécnicos, que protestaban contra las porras y las
agresiones de bandas juveniles, avanzando hacia el Zócalo y echando mierda
contra la FNET (que no sabíamos que era.) Nos unimos a ellos, parecían más
festivos y bastante más serios que nosotros. Parecían más genuinamente
encabronados. Parecían más inocentes.”
Conforme avanzaban,
las cortinas de los comercios se iban cerrando. De pronto, la vanguardia se
detuvo y de la retaguardia comenzaron los gritos: “¡¡Zócalo, Zócalo!!”
Avanzaron unos metros, hasta la intersección de Palma. Allí,
una muralla de granaderos se precipito sobre ellos. Ya los esperaban…
“Sonaron gritos, el
paf, paf de las explosiones de las bombas de gas. Segundos después estábamos
rodeados de granaderos que se dedicaban a apalearnos, aprovechando que habíamos
quedado atrapados en las estrecheces de la calle Palma. Las puertas se
cerraban. Recuerdo con claridad la sangre corriendo por la frente de alguien
que venia a mi lado, los zapatos que se perdían cuando la gente corría sin
espacio, tratando de salir de ahí. La sensación de que nunca se podría huir de
allí sin ser apaleado. Los granaderos se acercaban. La multitud se compactaba,
gritos y jadeos, algunos golpes en la cabeza dados sin misericordia, con odio.
La sensación de que no había salida y que el apaleamiento sería interminable.
Me llevó al pánico.” Recuerda Taibo II.
Hoy a la distancia,
sigue llamando a sospecha uno más de los incidentes cuyo origen nadie ha podido
aclarar: los botes de basura llenos de piedras que “aparecieron” en el
perímetro de La Alameda. Hay estudiantes que dieron su testimonio y dicen haber
visto a un grupo de hombres adultos llegar en camionetas y poner esos botes y
otro grupo tomar las piedras y lanzarlas contra los escaparates de al menos 15
comercios: Trajes Wilmex, PEMEX, Ropa del Prado, Casa Aries, Banco de Londres y
México, Camisería Cazuela, Modas Castelos y el Museo de Artesanías.
El Johnny dice que
se trataba de “indicadores” del DDF, infiltrados que se habían colado entre los
jóvenes para provocar. “A mi me lo informó mi gente, que cuando llegaran a las
joyerías comenzarían a romper todo, eran infiltrados”
En las siguientes
horas; el centro de la Ciudad de México ardió: sirenas, gases lacrimógenos,
piedras, los jóvenes buscaron refugio en las preparatorias de la UNAM: en la 3
de San Ildefonso, que compartía sede con la 1 en la calle de Justo Sierra, en
la 2 ubicada en Lic. Verdad y Guatemala. Otros huyeron hacia las vocas 2 y 5 de
la Ciudadela y la 7 de Tlatelolco. El resto se esparció por las escuelas del
Poli y casas de estudiantes para informar de lo que acababa de ocurrir.
Para las 10 de la noche,
la policía capitalina ya había esparcido la refriega por todos los planteles de
la zona centro, en las preparatorias, los granaderos arremetieron contra los
estudiantes que salían de clases y de un concierto de rock. A los politécnicos
los persiguieron hasta las vocacionales.
“Los chavos de las
prepas 1 y 2 (de la UNAM) no tenían nada que ver, iban saliendo de clases, pero
a quien veían con libros y cuadernos se le iban encima. Fue un ataque fuera de
toda proporción, por la saña con la que nos golpearon y como para provocar que
eso creciera deliberadamente” Recuerda Mauro Cesar Enciso Barrón
Para defenderse, los estudiantes tomaron 13 camiones y los
utilizaron como barricadas en un perímetro de 4 cuadras alrededor de las
prepas. En la prepa 3 fue su mismo director Roberto Alatorre Padilla quien
encabezo la defensa del plantel. En la azotea los estudiantes se organizaron con piedras y botellas.
Al cabo de 4 horas de enfrentamientos, pasadas las 2 de la
madrugada ya del 27 de Julio y en medio de un cerco de 800 granaderos, el
director del plantel universitario se entrevistó con el Coronel Carlos Cueto
Fernández para pedirle que detuviera la agresión. El jefe policiaco le
garantizo que no habría más embates siempre que los estudiantes también detuvieran
los ataques y entregaran los camiones. Hubo calma pero los granaderos se
mantuvieron en los alrededores de las prepas de San Ildefonso hasta la mañana
del sábado 27 de Julio.
El conflicto había
alcanzado a la Universidad Autónoma de México y se tejían los hilos de la
solidaridad entre las dos instituciones más importantes del país: El
Politécnico y la UNAM.
El recuento de los daños 4a.parte
El recuento de los daños 4a.parte
montse_rocco@hotmail.com
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