Este espacio fue concebido mientras pasaba largas horas escribiendo con pasión, pensamientos que fluían como ríos de tinta,; fruto de sentimientos y nostalgia.
Su único propósito fue siempre el de expresar a través de líneas escritas con el corazón, sentimientos que amenazaban con desbordarse.
Al paso del tiempo, el arrebato que inspiró esto, dejó de ser protagonista principal, pero jamás dejó de ser mi razón de escribir.
Con los años, mi mente me sigue llevando hacía él.
Y es por ello que mis letras siempre llevarán en el fondo de su orígen, una huella que representa mi amor hacía esa primigenia inspiración.
Más la vida sigue, otros apegos están por manifestarse, y se abren paso otros lugares donde depositar el corazón, donde plantar las ilusiones, donde ver crecer la esperanza.
Del ayer, del ahora, y tal vez del mañana continuaré hablando...
Este es mi espacio: eternamente en construcción, sin un plan maestro y estás mis crónicas...




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martes, septiembre 03, 2013

Retratos de Diego por Frida

CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADABRUJA



Un libro muy interesante, ideado a partir de una muestra museográfica que se realizó en el museo Frida Kahlo en el año 2008, es el libro titulado Retratos de Diego por Frida, donde se descubre una nueva mirada, más intima hacía ambos personajes. Y en donde la transgresión se nos muestra como el hilo conductor que existió entre ellos.

El libro es una compilación de la exposición del mismo nombre, curada por el especialista e investigador Ricardo Pérez Escamilla, donde se recuperan dibujos, bocetos, cartas y otros documentos inéditos, que se hallaron en el acervo que permaneció oculto durante 50 años en baños, armarios, cómodas, y baúles de la “casa azul” donde Frida creció.

El acervo incluye más de 22 mil documentos, 5 mil 300 fotografías, 2 mil 100 libros, objetos personales y vestimentas que fueron descubiertas en el 2004 y presentadas al público en esta exposición del 2008. Entre los documentos hay una carta de Rivera para el físico alemán Albert Einstein, en respuesta al agradecimiento del científico alemán por haberlo integrado en uno de los paneles de la obra Barbarie Nazi (1933). También están los estarcidos (bocetos) del mural Historia de la medicina en México. El pueblo en demanda de salud (1953-54) que hizo para el Hospital de la Raza.

Entre los inéditos hay una serie de dibujos de la época cubista de Rivera y los cuadros Mujer con cuerpo de guitarra y Paisaje Urbano y un retrato de Rivera dibujado a lápiz por el pintor italiano Modigliani.

En el tema de la transgresión nos dice el especialista:
“No eran solo la pasión, el amor y la necesidad lo que unía a Diego y a Frida. Más que eso, eran sus espíritus transgresores lo que los mantenía juntos. Ella vestida de tehuana como el centro de atracción donde quiera que fuera y él coleccionando piezas prehispánicas; conformaron una pareja que se alimento del México de la primera mitad del siglo XX, justo cuando el país transitaba a la modernidad.”
“Es un retrato de Diego pintado por Frida, pero no una pintura, sino un retrato creado a partir de una comunicación, de la comunión que existió entre ellos y todo lo que les rodeaba.”
Las transgresiones de Diego y ella no se dan de manera fortuita. Tienen una retroalimentación con México y viceversa. Se da una simbiosis entre Diego, Frida y México.

“ La transgresión es la hija de la libertad y la madre de la creación. Hubo una unión indisoluble entre los dos. Nacieron para ser libres, para ser creadores y para rendir culto y descubrir a México con la mayor libertad posible”

Y en esa mirada íntima, están los recuerdos que Frida conservó religiosamente: una serie de dibujos de sapos con dedicatoria de él a su niña “Fisita” donde le declara su amor de manera espontanea y reiterada.
                        

montse_rocco@hotmail.com

martes, abril 02, 2013

La Llorona (Historias detrás de una canción)

CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADABRUJA




 La canción de La Llorona es un famoso Son Istmeño Mexicano, característico del Istmo de Tehuantepec (Oaxaca) conocido particularmente por su estrofa "Tápame con tu rebozo, Llorona, Porque me muero de frío" 
No tiene un autor específico, pero muchos cantantes han creado o copiado versos que convierten a esta canción en una historia de amor y dolor muy representativa de la época Revolucionaria Mexicana.

Tiene sus orígenes en el istmo y data desde mediados de la década de 1850 junto con la Zandunga, y tiene una versión del son jarocho llamado "La Lloroncita" que se escucha en la cuenca del Papaloapan, y data de la misma época. Hay una versión con un tiempo aumentado del grupo Amanecer.


La Llorona se refiere a una diosa Mexica: La Cihuacóatl que era la protectora de los partos y madre de Mixcóatl al que abandonó. La tradición dice que siempre regresa a buscar a su hijo, pero en su lugar encuentra un cuchillo de sacrificios. Entre las muchas señales que hubo antes de la llegada de los españoles, se dice que en la gran Tenochtitlán se escuchaba el lamento de  La Cihuacóatl que lloraba por sus hijos, los Mexicas, pues iban a ser destruidos. Después se adaptó al virreinato.

De hecho en toda Latinoamérica: México, Argentina, Uruguay, Honduras, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, hay una versión de la llorona. En todas se trata de lo mismo: una mujer abandonada mata a sus hijos y su alma pena por ellos. Sólo en México se habla de ella como una diosa desde mucho antes de la llegada de los españoles. No es raro que éstos hayan adaptado y difundido la leyenda puesto que Latinoamérica era territorio español y esas anécdotas eran cosa de todos los días.

Poco a poco, al través de los tiempos la vieja tradición de La Llorona ha ido, como decíamos, borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella en los fastos mitológicos de los aztecas, en las páginas de antiguas crónicas, en los pueblecillos lejanos, o en los labios de las viejas abuelitas, que intentan asustar a sus inocentes nietezuelos, diciéndoles: ¡Ahí viene La Llorona!

Pero La Llorona se va, porque los niños de hoy no se espantan con los fantasmas del pasado y se encaran muchas veces con las realidades del presente.


Y en vista de que este post ha tenido tanta aceptación y es el preferido por los lectores añadiré algunos datos extras:

Letra de la canción en sus diferentes versiones


Está es la versión más antigua y la más completa

Todos me dicen el negro, llorona,
negro, pero cariñoso.
Yo soy como el chile verde, llorona,
picante, pero sabroso.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
llévame al río.
Tápame con tu rebozo, llorona,
porque me muero de frío.
No sé qué tienen las flores, llorona,
las flores del camposanto.
Que cuando las mueve el viento, llorona,
parece que están llorando.
La luna es una mujer, llorona,
y por eso el sol de España
anda que bebe los montes, llorona,
porque la luna lo engaña.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de un campo lirio.
El que no sabe de amores, llorona,
no sabe lo que es martirio.
Yo te soñaba dormida, llorona,
dormida te estabas quieta,
pero en llegando el olvido, llorona,
soñé que estabas despierta.
Si por que te quiero quieres, llorona,
quieres que te quiera más.
Si ya te he dado la vida, llorona,
qué más quieres, quieres más.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de ayer y hoy.
Ayer maravilla fui, llorona,
y ahora ni sombra soy.
Salías del templo un día, llorona,
cuando al pasar yo te vi.
Hermoso huipil llevabas, llorona,
que la Virgen te creí.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de azul celeste
y aunque la vida me cueste, llorona,
no dejaré de quererte.
Si porque te quiero quieres, llorona,
que yo la muerte reciba,
que se haga tu voluntad, llorona,
por suerte de Dios no viva.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
tú eres mi chunca.
Me quitarán de quererte, llorona,
pero de olvidarte nunca.
A un Santo Cristo de fierro, llorona,
mis penas le conté yo.
Cuáles no serían mis penas, llorona,
que el Santo Cristo lloró.
Dos besos llevo en alma, llorona,
que no se apartan de mí,
el último de mi madre, llorona,
y el primero que te di.
Dicen que no tengo luto, llorona,
porque no me ven llorar.
Hay muertos que no hacen ruido, llorona,
y es más grande su penar.
Ay de mí llorona, llorona, llorona, llorona,
del canto alegre.
También de dolor se canta, llorona,
cuando llorar no se puede.
Cada vez que entra la noche, llorona,
me pongo a pensar y digo:
de qué me sirve la cama, llorona,
si tú no duermes conmigo.
Me subí al pino más alto, llorona,
a ver si te divisaba,
como el pino era tierno, llorona,
al verme llorar, lloraba.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de azul turquí.
Ayer lloraba por verte, llorona,
y hoy lloro porque te vi.
De la mar vino una carta, llorona,
que me mandó la sirena
y en la carta me decía, llorona,
quien tiene amor tiene pena.
Si al cielo subir pudiera, llorona,
las estrellas te bajara;
la luna a tus pies pusiera, llorona,
con el sol te coronara.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de negros ojos.
Ya con esta se despide, llorona,
tu negrito soñador.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
busca un porrillo.
Y el que no sabe de amores, llorona,
no sabe lo que es martirio.
La pena y lo que no es pena, llorona,
todo es pena para mí.
Ayer penaba por verte, llorona,
y hoy peno porque te vi.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
llévame a ver
donde de amores se olvida, llorona,
y se empieza a padecer.
Alza los ojos y mira, llorona,
allá en la mansión obscura
una estrella que fulgura, llorona,
y tristemente suspira.
Es Venus que se retira, llorona,
celosa de tu hermosura.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
que si que no,
la luz que me alumbraba, llorona,
en tinieblas me dejó.
Dicen que el primer amor, llorona,
es grande y es verdadero,
pero el último es mejor, llorona,
y más grande que el primero.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
dame una estrella.
Qué me importa que me digan, llorona,
que tú ya no eres doncella.
Si mueres muero contigo, llorona,
si vives te sigo amando.
En el cielo nace el sol, llorona,
en el mar nace la luna.
Y en el corazón me nace, llorona,
quererte como a ninguna.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
de azul silvestre.
Pon tu rebozo en el aire, llorona,
para decir que me quieres.
No creas que porque canto, llorona,
tengo el corazón alegre.
También de dolor se canta, llorona,
cuando llorar no se puede.
Ay de mí llorona, llorona, llorona,
del sentimiento.
El que no sabe de amores, llorona,
no sabe lo que yo siento.
********************************************************************************
Versión de Chavela Vargas

Todos me dicen el negro, Llorona
Negro pero cariñoso.
Todos me dicen el negro, Llorona
Negro pero cariñoso.
Yo soy como el chile verde, Llorona
Picante pero sabroso.
Yo soy como el chile verde, Llorona
Picante pero sabroso.
Ay de mí, Llorona Llorona,
Llorona, llévame al río
Tápame con tu rebozo, Llorona
Porque me muero de frió
Si porque te quiero quieres, Llorona
Quieres que te quieres más
Si ya te he dado la vida, Llorona
¿Qué mas quieres?
¿Quieres más?
********************************************************************************
Versión de Raphael

Salías de un templo un dia, llorona
cuando al pasar yo te vi
salías de un templo un dia, llorona
cuando al pasar yo te vi.

Hermoso huipil llevabas, llorona
que la Virgen te creí
hermoso huipil llevabas, llorona
que la Virgen te creí.

¡Ay de mi llorona!, llorona, llorona
de un campo lirios
¡ay de mi llorona!, llorona
de un campo lirios.

El que no sabe de amores, llorona
no sabe lo que es martirio
el que no sabe de amores, llorona
no sabe lo que es martirio.

No sé lo que tienen las flores, llorona
las flores de un camposanto
no sé lo que tienen las flores, llorona
las flores de un camposanto.

Que cuando las mueve el viento, llorona
parece que estan llorando
que cuando las mueve el viento, llorona
parece que estan llorando

¡Ay de mi llorona!, llorona,
llévame al río
¡ay de mi llorona!, llorona, llorona
llévame al río

Tápame con tu rebozo , llorona
porque me muero de frío
tápame con tu rebozo. llorona
porque me muero de frío.

Dos besos llevo en el alma, llorona
que no se apartan de mi
dos besos llevo en mi alma, llorona
que no se apartan de mi.

El último de mi madre, llorona
y el primero que te di
el último de mi madre, llorona
y el primero que te di.


********************************************************************************
Y también el legendario grupo de rock mexicano Caifanes le dedico un Son a La Llorona, escúchenlo:

Desde el fondo de la tierra
Fantasmas humanos se buscan
Algunos olvidan frío
Otros nunca se encuentran
Hacen temblar la vida
Tiemblan sueños
Tiembla amor

-Ay!, no quiero amarte, Llorona
-Ay!, no quiero llorar contigo
-Ay!, déjame ver tu piel
-Ay!, déjame ser tu piel
Déjame ayudarte
Na'más dime como
Y así será...
Y así será...

Desde el fondo de la tierra
Mas allá de la existencia
Flotan almas solas
Todas crucificadas
Hombres y mujeres lloran
Por un amor
Que nunca tuvieron

-Ay!, no quiero amarte, Llorona
-Ay!, no quiero llorar contigo
-Ay!, déjame ver tu piel
-Ay!, déjame ser tu piel
Déjame ayudarte
Na'más dime como
Y así será...
Y así será...
********************************************************************************
La Llorona (Leyenda original)

Los cuatros sacerdotes aguardaban expectantes. 
Sus ojillos vivaces iban del cielo estrellado en donde señoreaba la gran luna blanca, al espejo argentino del lago de Texcoco, en donde las bandadas de patos silenciosos bajaban en busca de los gordos ajolotes. Después confrontaban el movimiento de las constelaciones estelares para determinar la hora, con sus profundos conocimientos de la astronomía. De pronto estalló el grito....

Era un alarido lastimoso, hiriente, sobrecogedor. Un sonido agudo como escapado de la garganta de una mujer en agonía. El grito se fue extendiendo sobre el agua, rebotando contra los montes y enroscándose en las alfardas y en los taludes de los templos, rebotó en el Gran Teocali dedicado al Dios Huitzilopochtli, que comenzara a construir Tizoc en 1481 para terminarlo Ahuizotl en 1502 si las crónicas antiguas han sido bien interpretadas y pareció quedar flotando en el maravilloso palacio del entonces Emperador Moctezuma Xocoyótzin. 
- Es Cihuacoatl! -exclamó el más viejo de los cuatro sacerdotes que aguardaban el portento. 
- La Diosa ha salido de las aguas y bajado de la montaña para prevenirnos nuevamente-, agregó el otro interrogador de las estrellas y la noche.

Subieron al lugar más alto del templo y pudieron ver hacia el oriente una figura blanca, con el pelo peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cornezuelos, arrastrando o flotando una cauda de tela tan vaporosa que jugueteaba con el fresco de la noche plenilunar.

Cuando se hubo opacado el grito y sus ecos se perdieron a lo lejos, por el rumbo del señorío de Texcocan todo quedó en silencio, sombras ominosas huyeron hacia las aguas hasta que el pavor fue roto por algo que los sacerdotes primero y después Fray Bernardino de Sahagún interpretaron de este modo:

"...Hijos míos... amados hijos del Anáhuac, vuestra destrucción está próxima...."

Venía otra sarta de lamentos igualmente dolorosos y conmovedores, para decir, cuando ya se alejaba hacia la colina que cubría las faldas de los montes:

"...Adónde iréis.... adónde os podré llevar para que escapéis a tan funesto destino.... hijos míos, estáis a punto de perderos..."

Al oír estas palabras que más tarde comprobaron los augures, los cuatro sacerdotes estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a las gentes de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacoatl, la deidad protectora de la raza, aquella buena madre que había heredado a los dioses para finalmente depositar su poder y sabiduría en Tilpotoncátzin en ese tiempo poseedor de su dignidad sacerdotal.

El emperador Moctezuma Xocoyótzin se atusó el bigote ralo que parecía escurrirle por la comisura de sus labios, se alisó con una mano la barba de pelos escasos y entrecanos y clavó sus ojillos vivaces aunque tímidos, en el viejo códice dibujado sobre la atezada superficie de Amatl y que se guardaba en los archivos del imperio tal vez desde los tiempos de Itzcoatl y Tlacaelel.

El emperador Moctezuma, como todos los que no están iniciados en el conocimiento de la hierática escritura, sólo miraba con asombro los códices multicolores, hasta que los sacerdotes, después de hacer una reverencia, le interpretaron lo allí escrito.

-Señor,  -le dijeron-, estos viejos anuales nos hablan de que la Diosa Cihuacoatl aparecerá según el sexto pronóstico de los agoreros, para anunciarnos la destrucción de vuestro imperio. 
    Dicen aquí los sabios más sabios y más antiguos que nosotros, que hombres extraños vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos.

- ¿Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? -preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad.

- Así lo dicen los sabios y los sacerdotes más sabios y más viejos que nosotros, señor. Por eso la Diosa Cihuacoatl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto a vuestro Imperio.

Moctezuma guardó silencio y se quedó pensativo, hundido en su gran trono de alabastro y esmeraldas; entonces los cuatro sacerdotes volvieron a doblar los pasmosos códices y se retiraron también en silencio, para ir a depositar de nuevo en los archivos imperiales, aquello que dejaron escrito los más sabios y más viejos.

Por eso desde los tiempos de Chimalpopoca, Itzcoatl, Moctezuma, Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc y Ahuizotl, el fantasmal Augur vagaba por entre los lagos y templos del Anáhuac, pregonando lo que iba a ocurrir a la entonces raza poderosa y avasalladora.

Al llegar los españoles e iniciada la conquista, según cuentan los cronistas de la época, una mujer igualmente vestida de blanco y con las negras crines de su pelo tremolando al viento de la noche, aparecía por el Sudoeste de la Capital de la Nueva España y tomando rumbo hacia el Oriente, cruzaba calles y plazuelas como al impulso del viento, deteniéndose ante las cruces, templos y cementerios y las imágenes iluminadas por lámparas votivas en pétreas hornacinas, para lanzar ese grito lastimero que hería el alma.

-Aaaaaaaay mis hijos... Aaaaaaay aaaaaaay!

El lamento se repetía tantas veces como horas tenía la noche la madrugada en que la dama de vestiduras vaporosas jugueteando al viento, se detenía en la Plaza Mayor y mirando hacia la Catedral musitaba una larga y doliente oración, para volver a levantarse, lanzar de nuevo su lamento y desaparecer sobre el lago, que entonces llegaba hasta las goteras de la Ciudad y cerca de la traza.

Jamás hubo valiente que osara interrogarla. Todos convinieron en que se trataba de un fantasma errabundo que penaba por un desdichado amor, bifurcando en mil historias los motivos de esta aparición que se transplantó a la época colonial.

Los románticos dijeron que era una pobre mujer engañada, otros que una amante abandonada con hijos, hubo que bordaron la consabida trama de un noble que engaña y que abandona a una hermosa mujer sin linaje.

Lo cierto es que desde entonces se le bautizó como "La llorona", debido al desgarrador lamento que lanzaba por las calles de la Capital de Nueva España y que por muchos lustros constituyó el más grande temor callejero, pues toda la gente evitaba salir de su casa y menos recorrer las penumbrosas callejas coloniales cuando ya se había dado el toque de queda.

Muchos timoratos se quedaron locos y jamás olvidaron la horrible visión de "La llorona", hombres y mujeres "se iban de las aguas" y cientos y cientos enfermaron de espanto.

Poco a poco y al paso de los años, la leyenda de La Llorona, rebautizada con otros nombres, según la región en donde se aseguraba que era vista, fue tomando otras nacionalidades y su presencia se detectó en el Sur de nuestra insólita América en donde se asegura que todavía aparece fantasmal, enfundada en su traje vaporoso, lanzando al aire su terrífico alarido, vadeando ríos, cruzando arroyos, subiendo colinas y vagando por cimas y montañas.

Leyenda de la Llorona

Con el rostro cubierto por un velo y llorando en las noches de niebla describen los mexicanos a su fantasma particular: La Llorona, legendario personaje identificado con un espíritu maligno, un alma en pena o una diosa caída en la desgracia.
La leyenda cuenta sobre un espíritu errante y su agónico lamento que raya en lo sobrenatural, el cual por más de cinco siglos ha deambulado con paso lento por las calles del Centro Histórico de la capital.Se dice que con su desgarrador llanto estremece a quienes la escuchan. Muchos aseguran que viste de blanco, otros que lleva un manto tan negro como la noche, y en su desesperación no se da cuenta de que está muerta, mientras de los labios escapa una queja permanente “Ay, mis hijos”.

De acuerdo con la versión más extendida, la inquietante aparición corresponde a una mujer que en vida mató o le mataron a su hijo o hijos y enloqueció al tratar de encontrar sus cuerpos o sus almas.

Las visiones se remontan a los años anteriores a la conquista de México por los españoles; se dice que recorrió las calles de Tenochtitlán, centro del imperio azteca y actual Ciudad de México, para advertir a sus habitantes que morirían a manos de un invasor.
Quienes quedaron para contarlo dijeron haber distinguido a una mujer vestida de blanco, con un velo, flaca y macilenta, que se arrodillaba al mirar a Oriente en la Plaza Mayor, cuya imagen se desvanecía entre la bruma al llegar al lago Texcoco.
Las apariciones encendieron la imaginación popular que aún intenta dar explicación al sufrimiento de la misteriosa dama y su procedencia.

En la versión original, es identificada como la diosa de la guerra Cihuacóatl, que alertaba a los mexicas -también llamados aztecas- con eventos terribles por venir, concretamente la llegada de los españoles y la destrucción del imperio.
Otra versión indica que se trata del alma de La Malinche (1502-1529), quien tradujo la lengua de los mexicas al conquistador Hernán Cortés y aún pena por supuestamente traicionar a los suyos durante la Conquista de México.

También se relata la tragedia de una mujer ostentosa y codiciosa que, al enviudar, perdió su riqueza y por no soportar la miseria ahogó a sus hijos y se suicidó, pero regresó del más allá para penar por sus crímenes.
Otros refieren que quedó embarazada sin haberse casado, abortó y lanzó al bebé a las aguas de un río, por lo cual fue castigada con la búsqueda eterna del infante.

Asimismo se evoca la historia de una joven enamorada que murió un día antes de casarse y traía al novio la corona de rosas, la cual nunca llegó a ceñirse, o a una esposa muerta en ausencia del marido, a quien buscaba para darle un último beso.
No faltan quienes relatan que se trata de una mujer asesinada por su marido, quien reaparece para lamentar su muerte y confesar su inocencia, una prostituta arrepentida o una sirena que sale del mar tras los pasos de su galán.

Folclor y mitología van de la mano en la historia de ese espíritu que mantiene una relación especial con la muerte y a quien ven aquellos que perciben cerca su propio deceso, personas con habilidades especiales o animales con aguzados sentidos, como los perros.

Una leyenda transnacional es esta de La Llorona, inspiradora de canciones de la lírica popular, sones y huapangos, se han creado obras de teatro y filmes, pues se han realizado películas con este tema, ha sido motivo de libros referente al tema y cuentos y leyendas para niños. Hoy sobrevive en la imaginería popular, trascendió fronteras y se le considera un miembro notable de la comunidad chicana en Estados Unidos.
Antropólogos e historiadores intentan descifrar su significado en la cultura mexicana sometiéndola al psicoanálisis, y ella, como personaje de las ligas del horror que se respeta, ya cuenta con su propia página en Internet.
Sus seguidores aseguran que le gusta fumar tabaco, escuchar música de guitarras y aunque por lo general es inofensiva, puede ser especialmente cruel con los borrachos, los adúlteros y los aficionados al juego.

La historia es común a varios países de Latinoamérica. Los chilenos por ejemplo, la consideran una guía de los muertos, a quienes indica, con sus pasos y llantos, el camino que debe recorrer el difunto para dirigirse al más allá.
En Costa Rica, la leyenda define al espectro como la mujer que busca a su hijo en cualquier lugar con agua, ya sea en ríos o lagos debido a que éste murió ahogado, y en Argentina es un espíritu maligno.
Los llaneros venezolanos la vinculan en un triste triángulo amoroso y aconsejan llevar hojas de tabaco en el bolsillo para brindarle y que se aleje; otros recomiendan mantener la calma y abandonar el lugar donde esté sin dar la espalda jamás.

Este fantasma llegó para quedarse, aún cuando evocar su lastimero llanto trasmite escalofríos al más valiente mortal y el estribillo de una de sus canciones recuerda la centenaria promesa: “Y aunque la vida me cueste, Llorona, no dejaré de quererte”.


Fuente: González Torres,Yolotl (1995). Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica., leyenda del dominio popular, notas en internet, wikipedia.

Y mi versión favorita de la llorona por motivos muy personales:

montse_rocco@hotmail.com

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