CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADA
Nunca os quise dioses griegos y romanos.
Sin embargo anida en mi corazón, piedad santa y ardiente compasión, cuando os veo dioses olvidados, muertas sombras nocturnas, imágenes nebulosas que el viento deshace; y cuando pienso en los cobardes e hipócritas que son los que os vencieron.
Los nuevos horrendos dioses, que reinan ahora en los cielos, zorras ávidas bajo la piel del cordero.
Es cierto que antaño, viejos dioses en las batallas humanas siempre estuvisteis de parte de los vencedores, pero el hombre es más generoso que vosotros y ahora en el combate de los dioses tomo el partido de los vencidos.
Sin embargo anida en mi corazón, piedad santa y ardiente compasión, cuando os veo dioses olvidados, muertas sombras nocturnas, imágenes nebulosas que el viento deshace; y cuando pienso en los cobardes e hipócritas que son los que os vencieron.
Los nuevos horrendos dioses, que reinan ahora en los cielos, zorras ávidas bajo la piel del cordero.
Es cierto que antaño, viejos dioses en las batallas humanas siempre estuvisteis de parte de los vencedores, pero el hombre es más generoso que vosotros y ahora en el combate de los dioses tomo el partido de los vencidos.
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