CRÓNICAS DE UNA MENTE DAÑADA
El tiempo transcurre, implacable y se cumple un año más, no tuve el valor, ni el deseo de expresarte con nuevas lineas, lo que siento, el nudo que estorba, el hueco que traigo en el pecho que dejo a veces invada, más de lo que quisiera, los pretextos para no hacerlo, sólo pude... hacer esto: releerte.
Recuerdo unas manos...
Una pequeña, y frágil; la otra: grande y protectora,
envolviendo con cariño las mías.
Y así tomados de la mano, caminábamos juntos, me llevabas a
ese lugar de fantasías y dulces ilusiones.
Reminiscencias de un pasado que atesoro.
Juntos esperábamos con ansias un helado fascinantemente
delicioso, que compartiríamos con complicidad y sonrisas.
Después daríamos una vuelta por el viejo sendero hacia el
mar, que de sobra conocíamos.
Oliendo el aroma inconfundible de sal, mar y recuerdos.
Aún hoy, invariablemente siempre que llego; ese olor me da
la bienvenida y me trae evocaciones de tantos momentos inolvidables en mi vida,
algunos bellos otros pesarosos pero finalmente los que me hicieron crecer y
aprender.
Aroma de bienvenida al refugio protector, el anuncio que
llegaba a tu lado.
Juntos paseábamos por la alameda...
Me cautivaban esas pequeñas flores redonditas que soplaba y
se dispersaban al viento ante mi perplejo rostro, con los ojos abiertos y
maravillados, dominando todo el pequeño semblante. Cortabas otra y me la
entregabas y volvía a soplarlas al viento, admirada como volaban las finas
partículas, cuantos cosas imaginaba.
Cuanto deseaba cortar una yo misma, entonces tú me alzabas
entre tus brazos y los arboles que aún hoy permanecen incólumes, en la vieja
alameda de nuestros andares, me obsequiaban otra flor para soplarle mis deseos
al viento. Y tu dulce rostro embelesado ante mis cantarinas risas.
Paseábamos en el tranvía, el vetusto tranvía de nuestros
recuerdos, que todavía hoy se alza como testigo mudo en un parque, hecho
monumento, y donde ahora voy ocasionalmente acompañada por el viejo Herzo, tu
fiel compañero en las tardes adormecedoras y frescas.
Cuantos evocaciones traen a mi mente esas pequeñas
figurillas de cerámica que ejercen una fascinación en mi, contemplándolas en
las noches silenciosas las cuales atesoraste, guardadas en la vieja vitrina.
Las únicas que me hicieron llorar por tu ausencia, cuando ninguna lagrima me
permití derramar en tu partida.
Hoy solamente me quedan unas viejas fotos y mis recuerdos.
Los pequeños detalles que me hacen recordarte...
Las gardenias que aprendí amar, por representar para ti los
recuerdos de tu madre y para mi los recuerdos de mi infancia. Cuanto las
adoraba ella; que hoy son las únicas flores que simbolizan tantas cosas para mí,
que logran despertar sensaciones secretas, que me logran conmover con su
perfume.
Ese pequeño ramo de gardenias que tu solías traerle a tu
madre cuando regresabas del trabajo, Las mismas que ella me llevaba a
ofrendarle a su virgen venerada, cuando me llevaba en esos días especiales, que
hoy no puedo recordar siquiera.
Las blancas gardenias que ella depositaba con esmero en un
vaso con agua en su pequeño altar detrás del piano, en ese rinconcito donde tenía
su sagrario, lleno de santos y vírgenes a las cuales nos encomendaba con
respeto y cariño.
Gardenias modestas,
Fragancia subyugante,
Reminiscencias del pasado.
Ese mismo ramo de gardenias que te acompaño en tu camino.
Hoy ya no estas a mi lado...
Pero quiero expresarlo viejo querido...
Aunque ya no caminemos juntos, ni compartamos esos helados,
ni esos atardeceres soplándole a las flores de la vieja alameda nuestros
anhelos, tu recuerdo lo llevare celosamente guardado por siempre en mi memoria,
en mi corazón.
Te fuiste querido padre, y yo hoy te tomo de la mano, y tu
mano la guiaré hacía mi pecho como cuando era pequeña y tu lo hacías con la
mía, y con ese gesto guardare por siempre el amor que siempre sentiste por mi.
Me quedo con nuestro abrazo y último beso de despedida...
Cuando tus potentes brazos me estrecharon como presintiendo
que seria nuestro ultimo abrazo.
Cuando tus labios con ternura depositaron un beso en mi
frente.
Ese beso dado con dolor y amor pues te ibas nuevamente de mi
lado y no sabríamos lo que nos deparaba el futuro
Un beso en la frente y tu mano bendiciéndome como solías
hacerlo siempre que nos despedíamos, pues la distancia era la que nos alejaba
irremediablemente.
Me quedo con el recuerdo de ese último febrero...
Hoy contemplo la distancia, sé que sola no me dejaste, pues
mientras escuche tu voz, y perdure ese beso, vivirás en mi corazón, hasta que
nos volvamos a rencontrar y escribamos otra página en la historia de nuestra
existencia.
Para ti en tu cumpleaños...
Nicolás Cecilio Rocco Riestra
27 Agosto de 1936 - 29 Junio de 2011
montse_rocco@hotmail.com
Se fue querida Amiga solo físicamente.
ResponderEliminarUn año mas y serán mas.. pero siempre estará junto a ti.. muy dentro de ti, su mirada, su voz y vuestros momentos compartidos. Esos que jamas olvidaras !!
Como bien lo expresas, El vive en tu corazón.
Cariños dulce Montse.
gracias amiga Emylia, por tus palabras, de corazón te lo agradezco, muchos besos amiga mia.
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